ACNÉ

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ACNÉ

El acné, conocido también como acné vulgar, es una de las enfermedades de la piel más comunes. Afecta alrededor del 60 al 70% de las personas en algún momento de la vida. Se caracteriza por lesiones inflamadas que aparecen sobre todo en las áreas donde se encuentran las glándulas sebáceas como cara, pecho, espalda y hombros.

Las causas de acné son multifactoriales: genética (antecedentes de acné en la familia), producción excesiva de sebo y queratina, la presencia de Propionibacterium acnes (la bacteria más asociada con la producción de acné), y hormonas androgénicas (que regulan la producción y excreción de sebo).

El acné se presenta generalmente en la adolescencia, en la etapa de la pubertad, cuando las gónadas empiezan a producir hormonas androgénicas. Pero el acné no se limita a la adolescencia. Alrededor del 10% de los adultos mayores de 25 años y 5% mayores de 45 años continúan padeciendo acné.

ACNÉ COMEDONICO

ACNÉ INFLAMATORIO

ACNÉ NÓDULO QUÍSTICO

Las lesiones tipicas del acné son comedones (punto negros y espinillas) pápulas, pústulas y nódulos (que constituyen los granos inflamados). El acné puede presentarse en diversos grados de severidad:

Leve – solo se encuentran lesiones no inflamatorias como los comedones

Moderado – hay presencia de pápulas y pústulas además de comedones

Severo – hay lesiones inflamatorias grandes (mayores de 5 mm) y presencia de cicatrices residuales.

Algunos agentes que pueden agravar el acné son:

Cosméticos – sobre todos los de base oleosa o grasosa

Medicamentos – antiinflamatorios esteroideos como la cortisona; el litio, el yodo (como el que contiene la sal yodada), y algunos anticonvulsivantes.

Ovario poliquístico -en las mujeres con alteraciones menstruales u otros trastornos endócrinos donde hay sobreproducción de andrógenos.

El tratamiento va encaminado a eliminar los principales factores involucrados en la aparición de acné. Los productos aplicados ayudan a regular la producción de sebo y los antibióticos orales a reducir la población de P acnes.

En la mayoría de los casos se recomienda ambos tratamiento aplicado y oral. Dependiendo de la severidad del acné se pueden optar por antibióticos para controlar la infección, hasta medicamentos controlados, como a la isotretinoína, que ayudan a reducir la frecuencia de aparición de acné atacando los factores desencadenantes como
sobreproducción de sebo y keratina.

Para el tratamiento de las secuelas de acné, se puede optar por diversos tratamientos de tecnología como luz pulsada y láser. La luz pulsada intensa es ideal para disminuir las manchas residuales de acné, mientras que el láser fraccionado ayuda a reestructurar capas de piel, mejorando la apariencia de las cicatrices.

En algunos casos el manejo del acné puede llegar a ser proceso de varios meses, y la combinación de varios métodos de tratamiento (medicamento y procedimientos) puede ser la mejor forma para llegar al resultado esperado.